(Escritor español. Nacido en Ubeda, Jaén, el 10 de enero de 1956, es académico de número de la Real Academia Española y fue galardonado en 2013 con el premio Príncipe de Asturias de las Letras. La literatura es su afición y su trabajo, aunque no cree que sea lo más importante en la vida ni que se baste para darle sentido. Para él, el escritor continúa el oficio inmemorial de los narradores de cuentos y considera que contar y escuchar historias no es un capricho, ni una
sofisticación intelectual, sino un rasgo universal de la condición humana
que arranca en la primera edad de la
vida.)
En su voz:
"El escritor, o al menos el que a mí más me emociona, es el que no cuadra, la mujer loca en el ático, el solitario, el patito feo; también la oveja negra, el hijo pródigo, incluso el chivo expiatorio; el que dice, con una cabezonería contenida pero inamovible, como el Bartleby de Melville, o como la muy real Rosa Parks, ‘preferiría no hacerlo’ Al mismo tiempo aislado y peligrosamente visible, raras veces propenso al espíritu de grupo y a la celebración colectiva, un escritor acaba representando a veces a aquellos que no se integran, los que quedan al margen, los que desfilan con el paso cambiado, los que no van al templo o van al templo menos conveniente, los que se quedan en la cama en las fiestas nacionales, los que se niegan a actuar de acuerdo con las reglas de su fe, de su sexo, de su origen, de su patria o de su raza..." "Miente quien dice escribir para nadie, quien dice hacerlo para sólo su placer o suplicio. Es posible que la literatura, como ha escrito Jaime Gil de Biedma, acabe pareciéndose al vicio solitario, pero yo prefiero imaginarla como un juego y una persecución regida por la cábala de azar. Uno escribe y aguarda, uno tiende al lector su cita, su celada de palabras asiduas, minuciosamente lo inventa..." "La novela surge de su propia escritura..."
En su tinta:
“De día y de noche iba por la ciudad buscando una mirada. Vivía nada más que para esa tarea, aunque intentara hacer otras cosas o fingiera que las hacía, solo miraba, espiaba los ojos de la gente, las caras de 1os desconocidos, de los camareros de los bares y los dependientes de las tiendas, las caras y las miradas de los detenidos en las fichas. El inspector buscaba la mirada de alguien que había visto algo demasiado monstruoso para ser suavizado o desdibujado por el olvido, unos ojos en los que tenía que perdurar algún rasgo o alguna consecuencia del crimen, unas pupilas en las que pudiera descubrirse la culpa sin vacilación, tan solo escrutándolas, igual que reconocen los médicos los signos de una enfermedad acercándoles una linterna diminuta.” (Plenilunio)
Todo está consumado El silencio cuelga del río de las bocas se hunde la piel en los ojos nadie lo oye
Muro negro sin final ni sentido llanto negro
(la sombra espera crece, codicia luego avanza sobre el cuerpo dormido)
El silencio permanece rotundo y cortante Palabras sepultadas palabras como venas endurecidas negras todo es negro (no hay más luz para el que está muerto)
II
Sol sol de todos los soles de amarillos salvajes de caída en tajo sangrante más tuyo que mío
¿Recuerdas?
Sol y tierra entre los dientes en el cabello pegados a la piel y a la lluvia
Réquiem II
El alma era huerta que tú levantabas verde presencia, fortaleza cómo te admiraba entonces yo niño y tú gigante
No alcancé a decirlo las palabras me quedaron hundidas en el pozo del pecho atravesadas en el nudo apretado que aún tengo
Cuando me llamaron ya te habías ido (estabas desnudo, flaco los ojos vacíos y tristes en el cuerpo triste y vacío)
pero tú no estabas
No te fuiste de viejo no te fuiste de cáncer (el cáncer te hizo los mandados) no te fuiste del corazón o del cigarro Te fuiste de ganas
De volverte alfombra de irte enrollando despacio para que no te sacaran
Terco siempre se harían las cosas como querías
Imprudente ocurrente hasta para morir lo seguiste siendo